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moloko - sing it back
El disco del guitarrista es una recreación diversa de temas, climas y raíces musicales; verdadera fusión jazzística del mejor nivel. Como el título nos indica, Scofield se propuso ir al encuentro de sus reconocidas raíces rythm&blues, funk y country.
Desde “The Low Road” -el primer tema- nos prepara para el viaje: una guitarra distorsionada y atonal, pletórica de armónicos juega hasta convertirse en un riff particularmente rocker, de cuyos graves se hace cargo más tarde la excelente base de bronces cuando Scofield entra a jugar escalas cada vez más enrevesadas. Impresionante labor del batería Bill Stewart (como en todo el disco).
“Down D”, el segundo tema, cambia de plano oponiendo una melodía casi celta, que va virando a un motivo afro americano en cuanto la sección de bajo y batería acentúan los compases. Stewart da una mano con unos tambores que se pretenden africanos. En tanto, los bronces emulan los acordes plenos y largos de un acordeón, confirmando el aire campestre, irlandés.
“Strangeness in the night” nos presenta al cuarteto de vientos sonando casi como una big band, en un protagonismo que se aplaca correctamente en la sección central del tema, cuando Scofield acelera su guitarra y pone el toque más cool.
“Heck of a Job” se sube a esa atmósfera, adosándole un wah-wah bastante discreto a la guitarra, en la parte más funky del disco. Como es de esperarse, el bajo toma la delantera en la rítmica, haciendo que la química de la banda se demuestre en toda su potencia por primera vez.
La suave versión del clásico country “Behind Closed Doors” excluye a los vientos, dándonos una perfomance de trío a secas. Es bueno saber que hay músicos virtuosos que no olvidan que -casi siempre- menos es más. Teléfono para Steve Vai, Gary Moore y tantos otros.
Cuando nos relajamos lo suficiente, “House of the Rising Sun” nos recuerda que este es un disco ecléctico, y qué más ecléctico que este clásico, reversionado infinitamente desde su oscuro nacimiento hasta llegar a la versión disco de Santa Esmeralda, pasando por la rocker y british de The Animals. Bill Frisell colabora en la guitarra trémolo, armonizando los solos y ejecutando un dueto final, alternando la línea melódica con Scofield.
“Shoe Dog” descubre mejor al bajista Steve Swallow, quien comparte la línea melódica con la guitarra y trae aires latinos en medio de un tema que se pone de a ratos casi en línea con un grassie blues.
Habiéndonos surtido ya de algunos clásicos, Scofield vuelve al Miles Davis style en “Memorette”. Los vientos, la base rítmica y melódica se complementan en un todo poderoso y casi hipnótico.
“Trío Blues” es eso, un blues up tempo y juguetón, casi un boogie. Otra vez los instrumentos y sus ejecutores toman protagonismo, como por ejemplo el excelente mini solo de Stewart.
Vuelve Frisell en “Pretty Out”, como autor y acompañante. Lo más jugado del disco, quizá y lo menos easy listening. Desestructura el oído mientras nos hace acordar que este es un disco de jazz y que hay lugar para la progresión.
Como frutilla del postre, una versión freaky de “(I Can’t Get No) Satisfaction”, de los Stones, en plan "mirá lo que hago con tu canción".
En fin, un disco ecléctico, agradable, muy abordable aún para los que no son fanáticos del jazz, y que quieren ir adaptando la escucha. Para los más iniciados, sólo hay que dejarse llevar por la excelente química del trío, el discreto uso de vientos en la armónica y resaltar el trabajo del baterista Bill Stewart y, por supuesto, disfrutar de uno de los mejores guitarristas de jazz contemporáneos.