The Illusionist - El Ilusionista (2006)
según la ve Ramiro
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Empecemos diciendo cuál fue la razón por la cual decidí ver esta película. No fue el director a quien no conozco (es su segunda película); no fue la protagonista femenina (que tampoco es linda); ni la banda de sonido (no registré ni una sola de las canciones) tampoco fue por recomendación. Fue por Edward Norton, el actor principal. Es cierto que muchas veces uno se ensarta con un bodrio cuyo protagonista es un actor/actriz de primera. Pero existen los presentimientos. Edward Norton me fichó para su club de fans con American History X en una performance memorable. Después descubrí que era el mismo pseudo-tartamudo que engañó a Richard Gere en Primal Fear. Y antes de recuperarme del todo, me cagó a trompadas en Fight Club y me dejó knock out a sus pies. Desde entonces si bien no hizo LA película, siempre mantuvo un nivel y además no me defraudó con baratijas.
Dicho esto de antemano, puede parecer poca cosa a la hora de recomendar una hora y cuarenta y cinco minutos de entretenimiento. Pero así es esto: lo tomas o lo dejas.
La película es de época. Y si bien tiene algo de romance, no es Los Amantes de Lady Chatterley. Hay magia, hay ilusionismo, hay policiales, hay alcurnia real, hay suspenso también, y al final de todo, paga los boletos. Hay quienes no gustan de ver una escena al principio en la que muestran algo que va a pasar veinte minutos antes del final, porque cuando la historia vuelve hacia atrás (hasta la infancia misma de Edward el ilusionista) uno ya sabe que “eso” tarde o temprano va a ocurrir. Pero confíen en el director, que no es tonto y no les va a revelar nada que pueda aguarles la fiesta.
Quiero hacer una pausa como las que uno se suele conceder para ir a buscar un cafecito a la cocina cuando la película es vista en casa. En determinado momento de la película aparece una toma desde afuera del castillo del Príncipe Leopold. En cuanto la vi, recordé que en ese mismo ángulo yo mismo había sacado una foto en ese preciso lugar, cuyo nombre no recordaba. La escena siguiente en el interior del castillo me confirmó la sensación, dando por seguro que ese lugar quedaba en la República Checa y yo había visitado allá por el fin de siglo pasado. Una rápida búsqueda en internet (¡alabada seas!) me dio el nombre exacto: Castillo de Konopiste. Llevado de las narices por mi aprecio Kunderiano estuve en tierras checas y accedí a tal maravilla de lugar.
Volvemos de la pausa sin olvidarnos que el lugar en el que se filmó una película puede ser razón suficiente para verla, a veces. O acaso no vimos todos Highlander II (¿o III?) porque fue filmada en Baires, confesemos.
El Ilusionista sigue sin ser el gancho de derecha que fue Fight Club, y la actuación de Norton no es la de un antivirus –no pude evitar el chiste- pero es una película con buenos climas, argumento suficiente y momentos que hacen que uno quiera creer que todo es posible.
*Nota para freaks*¿Los actores se desconcentrarán cuando les toca actuar con su verdadero nombre como en este caso Edward haciendo de ídem?