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:·:·:·:·:·:·:·:·: :·:·:·¿Cuál de todas tus personalidades prevalece cuando estás en soledad?:·:·:·:·:·: :·:·:·:·:·:·:·:·:
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8.19.2007

Papá no cumplió su promesa de llevarme a Disneylandia


dibujo: Augusto A.

Un Mickey Mouse absurdo que desde la cuna miraba y olía, sin desatinos, la orina rancia de mi piel más íntima escamada. Así me entrenaba yo, venida al mundo, nacida en el sur de sures. Abajo, más abajo: lejos del Miami Orlando. Hincando mis encías desnudas, salivando, siempre salivando el plástico atóxico de un ratón musical hecho en Tailandia que pretendía dormirme en las noches cuando mamá era una mano lejana en otra habitación tocando el cuerpo de un hombre por ambas deseado.

Después, mi sensibilidad infantil puesta a prueba iniciada en placer morboso: un cervatillo huérfano en una selva de celuloide que llama ¡Mamá! Bambi, los malvados cazadores se inmiscuyeron en el guión llevándosela. Bambi, rebobinemos la película, yo también quiero volver a mi cuna y desdibujarme.

El álbum de figuritas tenía como premio un viaje a Disneylandia. Pegué estampas de la Virgen, de San Cayetano, de San Jorge, del Sagrado Corazón en el sur de sures.

Entonces, en el parque me hamacaba fuerte: el vértigo en la panza pensando en la vuelta al mundo, en el pop corn, en la feria, en la Cenicienta con zapato de cristal y con príncipe.

Y mi infancia, atrofiada, porque el Mundo Mágico del Norte siempre quedaba para más adelante.

En tanto, otro guionista se fagocitaba a muchas madres de muchos Bambis, acá al sur donde el pato Donald hablaba en inglés. Pero, entonces, un único deseo detrás de las manos de mi madre que vivían escondidas para mí, para él, para ella: yo quería viajar al mundo donde todo era posible.

Miami, Orlando, la montaña rusa, la bruja malvada que envenenaba la manzana y los dientes de mi mandíbula sentían náuseas. Y el Ratón Pérez me dejaba billetitos en la Cajita Infeliz de los infelices que soñábamos con la ciudad de los niños del señor Walt, criogeneizado.

La mano de mamá, ahora sola. El hombre que amábamos no es más que la ceniza de la que heredé la ciudadanía del planeta. El pasaporte vencido en el fondo de un cajón. Y el deseo clonado de un futuro mejor donde haya malos, muchos malos, pero que los buenos siempre ganen.

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