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:·:·:·:·:·:·:·:·: :·:·:·¿Cuál de todas tus personalidades prevalece cuando estás en soledad?:·:·:·:·:·: :·:·:·:·:·:·:·:·:
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10.09.2009
Nuestras voces interiores
(reflexión que surgió lavando los platos con una contractura en las cervicales, a pesar de la clase de yoga)
Quedamos pegados a las cosas, a las escenas, a las personas por una promesa que se nos hizo en la prehistoria. Una promesa, incluso, brumosa y poco convincente, porque: ¿quién nos la hizo? ¿cuándo? ¿dónde? ¿y por qué la tomamos tan en serio?.
“Si persistís por ahí, te voy a dar algo (una suerte de recompensa) a cambio de eso (ese amor/dolor) que me estás dando”
Es una promesa base que se actualiza en cada giro que nos da la vida. Y toda la carga dramática de soltar está en el temor de dudar: ¿y en qué me voy a convertir yo cuando deje de esperar la recompensa?
Por eso no cambiamos de trabajo, no nos decidimos a estudiar otra cosa, no dejamos de querer a esa persona que nos hace mal. Somos esclavos de los refranes (más vale malo conocido que bueno por conocer).
Lo más difícil en esta vida es, entonces: dejar de hacer.
Para relajarse, hay que dejar de hacer fuerza, no pensar, no tensar.
Para meditar también: sentarse a no hacer nada.
Para ser creativos, no forzarnos a serlo y simplemente dejarnos atravesar por lo que tiene que expresarse sin hacer nada extra.
Es difícil.
Es como nadar en contra de la corriente: querer cambiar a los otros. Querer conformarnos con un trabajo que no nos hace felices. Querer escribir algo diferente (porque siempre escribo lo mismo, siempre escribo de mí, no puedo salir de acá). ¿Y no será acaso que esa voz que nos dice que “escribimos mal” o “siempre lo mismo” es la misma que nos hizo la promesa ancestral que nos dejó esperando que al fin llegue el momento en que vivimos y somos felices?
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2 comentarios:
Hola Valeria. Hermosa reflexión. Lo que todavía no me explico es como puede surgir algo así lavando los platos con una contractura en las cervicales. Las musas aparecen cuando menos te lo esperas. Besos
Gracias, Félix.
Creo, más que por los platos, fue por el dolor. Siempre que sufro contracturas pienso en eso: ¿cómo es que es tan difícil simplemente no hacer nada?
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