Discúlpenme, pero voy a seguir hablando de mí, que soy mi desconocido, y al escribir me sorprendo un poco porque he descubierto que tengo un destino. Quién no se ha preguntado: ¿soy un monstruo o esto es ser una persona?
Antes quiero afirmar que esa chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva. Si fuese tan tonta como para preguntarse "¿quién soy yo?", se espantaría y se caería al mismo suelo. Es que el "¿quién soy yo?" provoca necesidad. ¿Y cómo satisfacer la necesidad? Quien se analiza está incompleto.Clarice Lispector, La hora de la estrella.
El héroe, ya sea dios o diosa, hombre o mujer, la figura en el mito o la persona que sueña, descubre y asimila su opuesto (su propio ser insospechado) ya sea tragándoselo o siendo tragado por él. Una por una van rompiéndose las resistencias. El héroe debe hacer a un lado el orgullo, la virtud, la belleza y la vida e inclinarse o someterse a lo absolutamente intolerable. Entonces descubre que él y su opuesto no son diferentes especies, sino una sola carne.Joseph Campbell, El héroe de las mil caras.
Si no asimilamos nuestro ser insospechado no podremos hacer arte, no podremos llegar muy lejos con nuestra escritura. A eso me refiero cuando digo que más allá de las técnicas, es fundamental el autoconocimiento.
Todos vivimos tratando de mantener a raya a uno que otro monstruo interior que nos habita. Algunos tenemos un zoológico, otros uno solo pero bien grande y peligroso. Prueba irrefutable de esto son los sueños, un lugar en el que dejamos de controlarlos y aparecen a sus anchas.
No se trata de tener que hacer lo que el monstruo haría (tal vez éste sea el peor de los miedos), se trata de aceptarlos. Cuando los negamos, el mundo se vuelve chato. No existen los relieves ni la escala de grises. Los otros se dividen en buenos empalagosamente buenos y malos imperdonablemente malos. Los últimos son incapaces de enternecerse y los primeros jamás le desean la muerte a nadie.
La aceptación, entonces, se convierte en la única estrategia efectiva de control. La negación, por el contrario, los fortalece. Jung decía que nuestra sombra (nuestro ser insospechado, nuestro monstruo, todo lo que de nosotros mismos no aceptamos y condenamos al desván) se hace más y más poderosa cuanto más y más renegamos de ella.
Una vez, en una impro de escritura creativa, una alumna escribió sobre estar en una cena y agarrar el tenedor, en un acto de locura incontrolable y porque sí, clavárselo en la yugular al comensal que estaba sentado a su lado. Al leerlo en voz alta, confesó sentirse incómoda. O, al menos, sorprendida de haber sido capaz de imaginar y escribir semejante escena.
Pongámoslo así: somos y no somos esa loca asesina del tenedor. Como en los sueños, la idea viene de nuestra cabeza, la hemos creado. Pero como en la vida real: es ficción. ¿Acaso a alguien se le ocurrió meter presos a todos los escritores de policiales negros?
3 comentarios:
A mí sí que se me ocurrió deterrar a todos los escritores de libros de autoayuda.
Hay que intentar poner a trabajar a todos nuestros monstruitos a trabajar para nosotros.
Llegué por casualidad, me quedo por gusto.
Un saludo,
La totalidad es una desmesura que genera monstruos ( no es mio, lo encontre por ahi); ¿podriamos aceptar que siempre habra algo que no conoceremos de nosotros mismos; y en ese buscarnos y buscarlos seguiremos viviendo (escribiendo) ?
Gracias por pasar y comentar. No me anda el gadget ese que me avisa cuando hay comentarios!! Y no sé cuándo comentaron. Pero claro, hay que hacerlos laburar, y hay buscarlos/nos.
Gracias otra vez.
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