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:·:·:·:·:·:·:·:·: :·:·:·¿Cuál de todas tus personalidades prevalece cuando estás en soledad?:·:·:·:·:·: :·:·:·:·:·:·:·:·:
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8.09.2009

¿Me podés escuchar un segundo?

Versión diálogo (en el taller con Luis Gruss, 2002):

-Ma, mamá, ¿me oís?
-Sí. Pará, mirá. Secuestraron a una nena de tres años. ¡Criaturita!
-¿Te sirvo más vino?
-Sí, gracias; parece que era mentira. Que fue autosecuestro. No me sirvas tanto, Roxi, que después se me sube a la cabeza.
-¿Autosecuestro? ¿Una nena de tres años?
-Bueno, será el padre. Dicen. O el padrastro, qué sé yo.
-Ma, me podés escuchar un segundo.
-Sí, te estoy escuchando.
-¿Podés dejar de mirar la tele y atenderme un momento entonces?
-¿Qué pasa?
-Quería decirte que...
-¡Ah! No sabés. Dejáme contarte esto primero. Rapidito, que si no me olvido.
-Bueno, dale.
-El otro día vi a Juan Ignacio por la tele.
-Sí, sabía que lo habían llamado de Polka.
-¿Cómo te enteraste?
-Me lo dijo él.
-¿Y?
-¿Y qué?
-¿Se arreglaron?
-No, mamá.
-Servite un poco más de pollo así no lo tiro. Ese chico te convenía.
-Yo ya soy grande, ma, y sé lo que me conviene.
-Bueno, Roxi. Yo decía. Servíte estas papas. Mirá, el diputado trucho, parece que era tan trucho que era ilegal, tenía un DNI falsificado.
-Mamá, ¿podemos apagar la tele?
-Apagala, el control está ahí al lado del sacacorchos. ¿Qué me querías decir?
-¿Hay más vino?
-Ya te traigo.
-Quería decirte que ayer me llamó papá y...
-Acá tenés. ¿Querés soda?
-No, gracias.
-¿Qué estabas diciendo?
-Que me llamó..
-Ya sé, ya sé. Te llamó tu hermana. Yo le dije, llamála a Roxi, no seas como tu padre que hace diez años que no da señales de vida. Ni fue capaz de levantar un tubo.
-Sí, me llamó mi hermana.
-Viste cómo sé. ¿Me servís más?
-Yo como el postre y me voy.
-¿No te querés quedar? En cinco minutos te preparo la cama. Hace frío.
-No, gracias mami, mañana me levanto temprano.


Versión original (en el taller con Pedro Mairal, 1997):

Sobre la mesa de la cocina quedan los restos de lo que fue la cena: Migas de pan. Platos engrasados con los huesos de pollo y el aceite de las papas fritas. La botella de vino (un buen vino tinto) casi vacía. Los vasos de vidrio transparente teñidos de bordó con lo último que queda servido. Algunas salpicaduras sobre el mantel blanco. El televisor está prendido en algún programa de concursos. Hay dos mujeres sentadas. La más joven juega con el papel de aluminio que le quitaron al cuello de la botella para descorcharla, algún pedacito de corcho, y el sacacorchos, que parece un hombrecito que levanta sus brazos al cielo, que los baja, a voluntad de quien lo manipula. La más vieja con los ojos fijos en el televisor.
- Bueno, mamá, ya me tengo que ir. Muy rico todo.
- Cuando supe que venías me puse a pelar las papas, me dije: “voy a hacerle papas fritas, tanto que le gustan como yo se las hago...”
- Sí, bárbaras...
La mirada de la madre va y vuelve desde el televisor a su hija. De pronto se fija en su vaso de vino, toma la botella de agua gasificada y sirve un poco mezclándolos.
- La verdad, mamá, que no sé para qué te traigo estos vinos tan caros.
- Bueno, sabés que me gustan, pero les pongo soda así no me emborrachan tanto.
- Es lo mismo.
- No, si no le pongo soda se me sube a la cabeza más rápido.
- Sim, está bien ...
La madre sigue viendo la tele y mientras tanto se toma, lentamente, el vino con soda.
- Bueno, ma, quería hablar con vos antes de irme...
- ¿Sí?- Contesta sin quitar los ojos del televisor.
La hija espera a que la mire. Ante el silencio apenas prolongado, la madre la mira y repite su pregunta:
- ¿Sí, qué?
- Bueno ... quería contarte que desde que ...
- ¡Mirá, mirá!- Señala el televisor- ¿Ese no es Marcos? Le está yendo bien con lo de la publicidad.
- Sí, el otro día me lo encontré en los estudios del canal y...
- ¡¿Y?!!!!!!
- Y nada mamá, charlamos un rato, fuimos a tomar un café, y eso, el está muy bien y...
- Y quedaron en verse otra vez, volver...
-¡No, mami, por Dios! Fuimos a tomar un café y charlar, como amigos.
- Ese muchacho me gustaba tanto para vos. Pensaba que se iban a casar. Tan apuesto que es, es un buen partido.
- Bueno pero no se dio, además ¿quién te dijo que yo me quería casar? Bueno, para qué discutir.
Un largo silencio les hace retomar sus actividades. La madre, el televisor. La hija, el jugueteo con los restos de corcho, aluminio y el sacacorchos. Otra vez, se rompe el silencio.
-Bueno, mañana me tengo que levantar temprano, así que...
- Si querés, quedate a dormir.
-No, gracias, no traje ropa limpia... ¿Te ayudo con los platos?
- No, dejá, dejá que yo me encargo.
- ¡Ah! Al final no te dije de qué te quería hablar, quería decirte que desde que...
- Perdón, perdón que te interrumpa otra vez. Antes de que me olvide. Tu hermana me dijo que para el cumpleaños quería saber si las dos lo festejaban juntas y acá en casa...
- La verdad, ni lo pensé, sí, hagamos como siempre.
- No, digo, como la otra vez se terminaron peleando por no sé que pavada y vos dijiste que era la ultima vez...
- No, no nos peleamos, yo estaba triste y...
- Bueno, qué importa, ¿les tengo preparada la casa, entonces?. Es bueno que aunque tengan diferentes actividades y amistades sigan festejando juntas...
La hija se levanta. Toma el saco que está colgado en la silla y se lo pone.
- ¿Tenés llaves de abajo?
- Si, ma, no te preocupes.
La madre sigue mirando el televisor. La hija se acerca, le da un beso y comienza a irse cuando su madre le pregunta:
- Al final no me dijiste lo que me querías decir.
- No importa, era una estupidez, además ya me olvidé.
- Bueno, no te olvides de combinar con tu hermana, y mandale saludos a Marcos si lo volvés a ver.
La hija se va con esa sensación de silencio, de sacacorchos que levanta bracitos al cielo, y los baja, de una miguita de corcho perdida entre las miguitas de pan y las manchas de vino. La madre, escondida en el televisor siente que el vino con soda se le subió a la cabeza. Mejor se va a dormir y no se preocupa más. ¿Es que su hija no tiene la suficiente confianza para hablarle? Se levanta, junta la mesa, y escucha cómo su hija cierra la puerta con llave.

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